Los ángeles no se retiran: radiografía del nuevo business angel argentino
- Genaro Malpeli
- hace 4 días
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Actualizado: hace 3 días
En la Argentina de 2025, el retiro corporativo dejó de ser un punto final. Ejecutivos que vendieron su empresa, CEOs que dejaron la vida de oficina y fundadores que cobraron su earn-out vuelven a la cancha como business angels. Lejos de un gesto filantrópico, se trata de una segunda carrera: ponen capital propio —hasta un 10 % de su liquidez—, exigen rendimiento y disfrutan del juego de alto riesgo que implica apostar por lo desconocido.
Estos “ángeles recargados” comparten un rasgo: la necesidad de seguir creando valor. Convertir experiencia en mentoría, abrir puertas con su agenda y sentarse en el board de las compañías les da el combustible que perdieron cuando colgaron el traje corporativo. “No delego mis decisiones en un fondo: prefiero el riesgo directo”, confiesa Alfredo Poli, ex-CEO de Pluspetrol, en la nota de Apertura. Ese contacto cara a cara con el emprendedor —imposible al ser un LP de venture capital— es la razón principal para invertir de forma directa.
El tamaño del ticket inicial suele arrancar en US $10 000, lo suficiente para tener piel en el juego y acompañar la ronda siguiente si la tesis se confirma. La mayoría se impone reglas férreas: diversificar en menos de diez startups simultáneas, no apostar más del 10 % del patrimonio líquido y asumir ciclos de maduración de 10 a 15 años, el doble que en Silicon Valley. Aun así, los números acompañan: desde 2020, el 57 % de los ángeles locales obtuvo al menos un retorno positivo y un 43 % empató o perdió, ratio aceptable para una estrategia high beta.
A la hora de organizarse surgen tres modelos. El inversor solo player, que asume todo el diligence y acompaña mano a mano al founder; los clubes de ángeles —el Business Angel Club del IAE cuenta con 70 miembros activos y vehículos sindicados de US $150 000 por deal—; y los “sindicatos de confianza” como Dragones Venture Partners, siete ex-ejecutivos con portafolio de 75 startups y tickets de US $8-10 millones en total. La constante es la misma: cercanía con el emprendedor, criterio propio y gobernanza clara antes de firmar.
¿Por qué no canalizar ese capital vía fondos VC? Muchos lo hacen para diversificar, pero la mayoría prefiere decidir cuándo entrar y salir, definir su ritmo de desembolso y, sobre todo, mantener la adrenalina del hands-on. El retorno económico importa, sí, pero el propósito pesa: “Los ángeles tienen motivaciones más allá del money, crean vínculo y buscan ser socios estratégicos”, sintetiza Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor.
El auge de estos inversores revela un punto ciego del ecosistema: la falta de estructuras ágiles para agrupar tickets chicos, estandarizar contratos y profesionalizar reportes. Instrumentos como los SPV digitales —vehículos de inversión que consolidan múltiples ángeles bajo una misma LLC— aparecen como la pieza que falta: reducen costos, simplifican KYC, mantienen limpia la captop table y liberan al founder para centrarse en el negocio.
La ola de business angels argentinos demuestra que el capital inteligente ya está aquí; lo que falta es infraestructura eficiente para canalizarlo. Con ciclos más largos y apuestas de alto riesgo, los ángeles aportan algo que el dinero institucional rara vez ofrece: experiencia operativa profunda y un rol-model de cercanía. Si el mercado logra combinar esa energía con vehículos estandarizados y procesos digitales —SPVs a la cabeza—, LatAm podría vivir su década dorada de inversión early-stage. Mientras tanto, estos ex-ejecutivos seguirán haciendo lo que mejor saben: convertir lo invisible en real, una startup a la vez.
Algunas frases que me gustaron:
“Me especialicé en tomar riesgo y prefiero tomarlo en forma directa, no delegar este tipo de toma de decisiones en quienes, por ejemplo, dirigen un fondo.” – Alfredo Poli
“Los ángeles tienen motivaciones más allá del retorno, crean un vínculo con el emprendedor, buscan ser sus socios estratégicos.” – Julia Bearzi
“Si bien los inversores saben que es una apuesta de riesgo, buscan retorno; no es filantropía.” – Silvia Torres Carbonell
“Las claves son: elegir criterio propio; limitar el monto de inversión (no más del 10 % del patrimonio líquido), no esperar ciclos de duración acotados y diversificar el portafolio.”
Fuente: revista Apertura